FECHA 24/10/25
GT DIGITAL NEWS, SANTO DOMINGO. El cooperativismo en la República Dominicana no es solo una estructura asociativa con enfoque económico, sino que es la verdadera expresión de solidaridad, bienestar colectivo y de desarrollo comunitario.
Desde sus primeras manifestaciones
organizadas en la década de 1940, el sistema cooperativo nacional ha demostrado
ser un modelo capaz de combinar eficiencia económica con justicia social,
contribuyendo en gran medida al progreso del país de una forma que trasciende
los indicadores financieros.
Una de las mayores fortalezas del
cooperativismo dominicano, lo constituye su capacidad de generar participación
en sectores históricamente excluidos del sistema financiero tradicional.
En un país donde el acceso equitativo
a los recursos aún representa un desafío, las cooperativas han sido verdaderas
aliadas de la inclusión, a través estas entidades de economía solidarias miles
de familias han tenido acceso a créditos, educación financiera, servicios,
bienes y productos que les han permitido impulsar pequeños negocios, mejorar
sus viviendas, garantizar la educación de sus hijos y con ello, tener mejor
calidad de vida.
Ciertamente, el movimiento cooperativo
nacional ha demostrado resiliencia, durante las crisis económicas que ha
enfrentado el país en toda su historia contemporánea, incluso en uno de los
momentos más críticos para la nación y el mundo durante la pandemia del
COVID-19 las cooperativas se constituyeron en un refugio para sus socios.
A diferencia de otros actores
financieros, las cooperativas no persiguen exclusivamente la rentabilidad, sino
el equilibrio entre sostenibilidad y beneficio social, lo que refuerza la
confianza de sus miembros, por ello más de 2 millones de dominicanos forman
parte de las cooperativas.
En cuanto al impacto económico, el
sector cooperativo aporta de manera significativa al Producto Interno Bruto
(PIB), representando entre un 7 a 10%, lo cual equivale a unos RD$650 mil
millones, equivalentes a unos US$10,100 millones de dólares.
Pero estos recursos económicos, son
propiedad colectiva, si lo dividimos entre los dos millones de asociados, el
aporte de cada es de unos RD$325,000.00 pesos.
En cuanto a los activos propios del
sector cooperativo, sobre pasan 387 millones de pesos.
El cooperativismo dominicano genera
más de 150 mil empleos directos y sobrepasan los 500 mil empleos indirectos,
constituyéndose un aporte significativo a la estabilidad laboral en todo el
país, pero a su vez representa más del 41% de la población económicamente
activa.
Una de las principales características
del movimiento cooperativo nacional lo representa el impulso y desarrollo que
aporta a las comunidades rurales y urbanas, donde funcionan como catalizadores
de proyectos productivos. Promueven el ahorro responsable y fortalecen la
cohesión social.
Las cooperativas; LA ALTAGRACIA, VEGA
REAL, COOPMANOGUAYABO, COOPCENTRAL, COOPMAIMON, EL PROGRESO; constituyen un
ejemplo fehaciente de cooperativas abiertas con presencia nacional que han sido
un motor financiero de las provincias y regiones en las que tienen incidencia,
apoyando a comerciantes, emprendedores, mujeres, jóvenes, agricultores y la
clase trabajadora, manteniendo un enfoque en sostenibilidad y promoviendo la
educación entre sus asociados, sin dejar de lado el desarrollo local y
coadyuvando inclusive en la creación otras cooperativas en su localidad y zonas
aledañas.
Como referentes de cooperativas
cerradas podemos mencionar a COOPNAMA, MEDICOOP, COOEPROUASD y ADIACOOP,
entidades de economía solidarias que ha impactado la vida de miles de
profesionales y técnicos de distintas áreas, así como a sus familiares, a
través de servicios y productos crediticios de gran alcance social, bajo
principios solidarios, aportando no solo a su bienestar financiero sino también
al crecimiento colectivo.
Como pionera en el ámbito de los
seguros solidarios en el país, se puede resaltar a COOPSEGUROS la cual ha
permitido que miles de familias tengan acceso a cobertura accesible y
confiable, a través de las cooperativas socias.
En este ecosistema, el rol del
Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP) es esencial, como
órgano regulador, tiene la responsabilidad de supervisar, normar y acompañar el
desarrollo del sector cooperativo en el país; más allá de la vigilancia la
entidad estatal debe desarrollar e implementar, promoción de buenas prácticas,
de gobernanza, debe velar por la capacitación de directivos y garantizar que
las cooperativas operen con transparencia y eficiencia en beneficio de sus
asociados. Por lo que el fortalecimiento de este órgano gubernamental es una
condición clave para seguir consolidando el cooperativismo como uno de los
pilares de la economía dominicana.
Si bien es reprochable y afecta a todo
el sector, que una cooperativa, tenga que cerrar sus puertas, cabe decir que en
los últimos 20 años el porcentaje de cooperativas que han tenido que ser
liquidadas es ínfimo si se compara con la realidad de las entidades bancarias,
de las cuales 23 han sido liquidadas en el periodo de tiempo mencionado. El
agujero causado por la quiebra de los bancos, en los tiempos actuales todos los
ciudadanos seguimos cubriendo el hoyo y la crisis dejadas por estas empresas de
propiedad de pequeños grupos particulares, lo que no ocurre cuando una
cooperativa sucumbe.
Es necesario tener claridad que entre
tantas cooperativas e inclusive que con la participación de actores económicos
que simulan ser entidades de economía solidaria se pueda producir eventos
desafortunados, que atenten contra el buen nombre que mucho esfuerzo, esmero y
dedicación los cooperativistas de la República Dominicana se han sabido ganar.
Todo esto, sin grandes campañas publicitarias, sin grandilocuentes estrategias
de mercadeo y sin el control de medios, solo contando con servicios oportunos y
cercanos a la gente.
El cooperativismo, además, tiene un
profundo valor cultural. Es un espacio donde se cultivan principios de
democracia, participación, equidad e igualdad, principios esenciales para
fortalecer la ciudadanía y la vida democrática del país. En las cooperativas,
cada socio tiene voz y voto, independientemente de su nivel económico, lo cual
representa un ejemplo vivo de inclusión y democracia participativa.
Hoy, cuando el país enfrenta retos
como la desigualdad social, el desempleo y la necesidad de diversificar su
economía, el cooperativismo se posiciona como un modelo vigente y necesario, no
solo porque genera bienestar económico, sino porque promueve valores humanos
que, en muchas ocasiones, parecen diluirse en la lógica del mercado.
En conclusión, el cooperativismo
dominicano ha sido, y sigue siendo, un pilar fundamental para el desarrollo del
país. Su historia de compromiso, su impacto económico y su fuerza social lo
convierten en una de las expresiones más auténticas de organización popular que
procura el bienestar colectivo.
Defender y fortalecer este modelo no
es solo una opción económica, sino una decisión estratégica para construir una
República Dominicana más justa, más solidaria y más sostenible.

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